Cuando el desastre sometió al programa,
y sucumbí en las mazmorras del terror,
el cielo igualmente renació.
En otra tierra,
en otro siglo,
en otro hombre.
Con la fuerza de lo necesario
se dejó ver,
y el programa sometió entonces al desastre.
El juego resultó casi infinito.
Una, dos, mil veces,
hasta triunfar.